Probablemente alguna vez hayas vivido una situación en compañía de otras personas y cuando os habéis parado a rememorarla un tiempo después parece que habéis vivido experiencias muy diferentes. Esto sucede incluso cuando hablamos de las personas que han sido testigos de un crimen o un accidente: si había más de una persona probablemente cada uno tendrá su propia versión de los hechos.
No podemos olvidar que la memoria del ser humano es falible. Esto significa que podemos deformarla y distorsionarla en función de multitud de factores. Cuando vivimos una experiencia, creamos un recuerdo que está influenciado por la forma de codificación concreta de ese momento (la carga emocional, el significado, el estado cognitivo, el contexto, entre otras variables). Cuando queremos rememorar ese recuerdo y accedemos a él, no lo hacemos en el mismo estado exacto desde el que generamos ese recuerdo, por lo que fácilmente la interpretación o la vivencia puede cambiar.
Como mencionábamos en el primer párrafo de este artículo, los recuerdos falsos pueden generarse incluso en situaciones con una carga emocional intensa como puede ser el presenciar un accidente o un crimen. La propia imaginación de los testigos, el cine o la literatura que hayan consumido previamente, las teorías de cómo ha sucedido o cuál fue el principal móvil, los prejuicios, las experiencias personales, así como un sinfín de singularidades ligadas a la idiosincrasia de cada persona puede provocar interferencias en la extracción del recuerdo objetivo. Por eso existen figuras tan importantes como la del psicólogo perito que se encargan del análisis del testimonio, en el que a través de una serie de parámetros se obtiene una visión bastante objetiva sobre la validez real del alegato de una persona.
Gracias por leer nuestro artículo ¿Existen realmente los falsos recuerdos? de MentSalud.