La sintomatología del trastorno conversivo es una de las más llamativas que podemos encontrarnos en consulta. Todavía hoy en día quedan muchas preguntas por responder acerca de este cuadro, caracterizado por síntomas físicos (a menudo realmente impactantes) que no pueden explicarse por una causa orgánica, calificando entonces su origen de psicógeno.
El psicoanálisis ha tratado de explicar los síntomas conversivos en numerosas ocasiones. Para Freud, el episodio conversivo era una manifestación física de un conflicto psíquico, apareciendo síntomas imposibles de controlar por el propio paciente. Algunos de los cuadros conversivos que pueden aparecer involucran aspectos neurológicos y motores, por lo que frecuentemente lo vemos mediante alguno de los siguientes síntomas:
Normalmente estos síntomas causan gran alarma tanto en el propio paciente como en su familia y personas cercanas y uno de los primeros movimientos que suelen hacer es acudir inmediatamente a Urgencias. Una vez descartado cualquier origen orgánico de la sintomatología es momento de abordar el cuadro desde la perspectiva psicológica.
El cuerpo habla lo que la mente calla. Algunos de los motivos por los que puede desencadenarse un episodio conversivo tienen que ver con haber experimentado un evento traumático que ha quedado almacenado de manera disfuncional en nuestro cerebro. La forma de procesar este recuerdo es manifestando síntomas físicos que pueden tener o no relación con el acontecimiento perturbador.
Otro de los motivos por los que puede desencadenarse un episodio conversivo implica una angustia emocional y unos niveles de estrés y ansiedad realmente difíciles de manejar. En este sentido, las personalidades más vulnerables (aquellas que puntúan alto en perfeccionismo, tendencia obsesiva, melancolía, depresión, etc) requieren de un trabajo psicoterapéutico en profundidad para atajar de raíz los factores que hacen a la persona más tendente a experimentar la conversión.
Los cuadros conversivos a veces requieren un ingreso hospitalario dada la gravedad de los síntomas y la disfuncionalidad que pueden llegar a provocar. El tratamiento incluye fármacos y terapia psicológica, siendo esta última de vital importancia para ayudar al paciente a reducir la tensión psicológica y ayudarle a manejar los síntomas del trastorno para evitar que se desencadene un cuadro conversivo grave.
Este artículo ha sido escrito, revisado y publicado por nuestra compañera Ana Sánchez, psicóloga general sanitaria y terapeuta especializada en trauma, de MentSalud.