Corría el año 2.009, cuando una joven reportera llamada Susannah Calahan comenzó un día a percibir los colores y el entorno de una manera diferente. Tenía la sensación de que las paredes respiraban y de que las personas con las que interactuaba eran actores colocados allí para hacerle creer una realidad que no era. Además, sufrió episodios de manía y psicosis en los que las ideas grandilocuentes le hacían creer cosas de sí misma que no estaban sucediendo. Para una joven de 24 años cuya personalidad había sido relativamente estable, supuso todo un shock vivir un proceso en el que cambió de manera radical. Su familia, amigos y pareja notaron el cambio y la animaron a ir, tras empezar a experimentar también síntomas físicos de entumecimiento, a los profesionales de la salud que podrían hacerle exámenes y pruebas para discernir qué estaba sucediendo. Las pruebas fueron claras: nada orgánico detectable indicaba que Susannah estaba padeciendo algún tipo de enfermedad.
La plataforma de streaming Netflix contiene muchos títulos que narran historias. Algunas están basadas en hechos reales. Es el caso de la película Brain on fire, que narra precisamente la historia real de esta periodista de Nueva York que vivió una pesadilla hasta que dieron con su verdadero diagnóstico. En el caso de Susannah, que acabó siendo hospitalizada para hacerle todas las pruebas posibles, hablábamos de una encefalitis autoinmune contra el receptor NMDA. Se trata de una enfermedad en la que se origina a nivel cerebral una inflamación que afecta a numerosos procesos del cuerpo. En el caso de Susannah, tras los múltiples episodios de psicosis, en los que llegó a agredir a enfermeros y personal del hospital o a plantearse lanzarse desde una ventana para escapar de su propia familia, hablábamos concretamente de una inflamación del hemisferio cerebral derecho. Tras la psicosis, su cerebro dio paso a un extraño comportamiento catatónico en el que la joven dejó de reaccionar a estímulos, comenzó a experimentar una rigidez anormal en el cuerpo y podía dejar los brazos levantados durante horas. La forma de descubrir qué estaba sucediendo, tras haber sometido a la paciente a numerosas pruebas que no arrojaban ningún resultado, fue mediante el famoso Test del Reloj.
El test del reloj es una sencilla prueba neuropsicológica en la que se le pide al paciente que dibuje un reloj tradicional, con las manecillas señalando la hora. Es una prueba muy útil para que el clínico evalúe habilidades cognitivas tales como la atención sostenida, las funciones ejecutivas, las habilidades visuoespaciales, el cálculo matemático, entre otras. Mediante una serie de ítems, el profesional evalúa elementos como la forma de la esfera, el tamaño de las manecillas, la colocación de las mismas y si aparecen o no todos los números. En el caso de Susannah Calahan, dibujó el reloj tal y como aparece en la siguiente imagen, constatando así que su cerebro estaba sufriendo algún problema orgánico.