Entendemos la parafilia como la atracción sexual hacia situaciones, objetos, personas o actividades consideradas como atípicas. Existen multitud de parafilias y, contrariamente a lo que se ha creído durante muchos años, no todas ellas suponen un trastorno mental. No obstante, existen algunas parafilias potencialmente peligrosas, como la hibristofilia o la atracción sexual hacia personas que han cometido algún crimen o que son potencialmente peligrosas.
John Money fue el primer psicólogo que acuñó este término e investigó al respecto, declarando que no existía un perfil específico de personalidad que pudiera desarrollar hibristofilia, aunque se han constatado más casos en mujeres que en hombres.
No existe consenso en cuanto a cuáles son las principales causas de la hibristofilia. Algunas teorías apuntan a posibles problemas en el vínculo de apego en la infancia al carecer de una figura de autoridad fuerte. Otras teorías señalan que probablemente exista una necesidad innata en las personas con hibristofilia a buscar una pareja poderosa y fuerte, que no dude en recurrir a la violencia de ser necesario.
Podemos diferenciar entre hibristofilia pasiva, más común, e hibristofilia agresiva. Esta última está referida a cuando la persona ayuda a perpetrar los actos criminales, convirtiéndose en cómplice del delincuente. En la hibristofilia pasiva es frecuente la presencia de delirios relacionados con la posibilidad de cambiar a la persona. Además, las personas con este tipo suelen enviar cartas a prisión a la persona objeto de su deseo.
A pesar de que existen más casos documentados en mujeres, también contamos en la hemeroteca con llamativos casos de esta parafilia en hombres. Es el caso de Joanne Dennehy, condenada en 2014 por tres delitos de asesinato, dos tentativas y otros cargos. Tenía tres cómplices varones, uno de ellos sin historial delictivo previo y con hijos.
Entre algunos de los casos más famosos podemos señalar el de Charles Manson o el del famoso asesino Ted Bundy. Manson recibió durante su estancia en prisión cientos de cartas de admiradoras, al igual que Ted Bundy, aunque este último llegó a casarse con una de ellas.
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